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Historiadores y críticos literarios

By: Material type: TextTextLanguage: Español Original language: Español Series: Biblioteca Ecuatoriana Clásica ; Volumen 21Publisher: Quito: Corporación de Estudios y Publicaciones (CEP), 1989Description: 548 páginas: 21 x 14,1 cmContent type:
  • texto
Media type:
  • no mediado
Carrier type:
  • volumen
ISBN:
  • 9978860223
Subject(s): DDC classification:
  • EC860.9 21ª B274hi
Contents:
PABLO HERRERA (De Isaac J. Barrera)  PEDRO MONCAYO (DE JOSÉ M. LEORO) Semblanza JUAN LEON MERA (ESTUDIO DE REMIGIO CRESPO TORAL) Juan León Mera.-Crítico literario CRITICOS LITERARIOS POSTERIORES A MERA ABELARDO MONCAYO, VICTOR LEON VIVAR, MANUEL J. CALLE, NICOLAS JIMENEZ, JULIO E. MORENO P. (ESTUDIO Y SELECCIONES DE JOSÉ IGNACIO BURBANO) Abelardo Moncayo Jijón Víctor León Vivar Manuel J. Calle Julio E. Moreno Nicolás Jiménez Alejandro Andrade Coello ARZOBISPO MANUEL MARIA POLIT (Del Padre José María Vargas) CAMILO DESTRUGE, GABRIEL PINO ROCA, MODESTO CHAVEZ FRANCO. (ESTUDIO Y SELECCIONES DE JORGE PÉREZ CONCHA)
Summary: Don Pablo Herrera ha de ser considerado en la historia de las letras ecuatorianas como cronista, antes que como historiador; y, sin embargo, pocos como él acopiaron la documentación de que ha de hacer uso quien trate del desenvolvimiento de los hechos históricos en la nación ecuatoriana. Anticuario y estadista lo llamó el Arzobispo Pólit, señalando con gran exactitud la amplitud de las actividades intelectuales y cívicas de Herrera. Escudriñó los archivos, extractando de ellos todo cuanto había de servir para el conocimiento del pasado. Y lo hizo en una época de turbulencias políticas y cuando ningún estudioso se dedicaba a esta clase de trabajos. Anticuario, porque desempolvó viejos archivos, resucitó nombres olvidados y juntó la obra de los habitantes de estos territorios, que pusieron los cimientos para la reconstrucción del pasado. Y estadista, porque esta labor de buscar en los ar- chivos, le capacitó para conocer antecedentes y motivos de los trascendentales asuntos limítrofes que tanto afectaron a la vida de la nación ecuatoriana en todos los tiempos. Ese fue el hombre, lleno de conocimientos, que no abandonó en ningún tiempo el escritorio para tomar parte en otras actividades, que no fueran concomitantes con esta pasión del papel, escrito o impreso. Tocó vivir a Pablo Herrera en una de las épocas más tormentosas de la vida nacional. No podemos olvidar que la República salió de los cuarteles. Se habían terminado las guerras de emancipación; Bolívar, el Libertador, estaba en el ocaso, y varios de sus Tenientes esperaban el momento de su desaparición, para tomar su parte de botín. Todavía andaba el Libertador camino del destierro, cuando el General Juan José Flores permitía la separación de los Estados de Quito, que formaban parte entonces de la Gran Colombia. El General Flores fue el primer Presidente; pero fue también el comienzo de una agitación permanente, que pareció culminar en 1845, con la expulsión de Flores; pero que fue sólo el comienzo de un militarismo que correría el peligro de la disolución de la Patria. Esta fue la época en que vivió Herrera, quien se graduó de abogado en 1845. Ya estaría en condiciones de participar en la vida de la República; pues en 1857, se le encuentra en compañía de García Moreno y opuesto a la política del Presidente Robles. La Unión Nacional, periódico fundado por García Moreno contaba como redactores a Herrera y a Rafael Carvajal. La política contó desde entonces con un personaje de consideración y respeto, por los manifiestos conocimientos y la modestia de la vida de Herrera. Cuando había necesidad de su pluma o de su protesta, allí estaba el escritor, con digna ecuanimidad y patriotismo. Graves fueron esos años para el Ecuador: la política exigía la presencia de todos los ciudadanos, y no podía faltar a esa cita Herrera, si bien muy pronto el ambiente se enrareció de tal manera, que no había puesto sino para los combatientes con las armas. Guillermo Franco pactó con el enemigo y quiso entregar al Perú las tierras que tanto codició. La República se puso en armas y partió a la guerra para castigar a los traidores. Recuperado Guayaquil, huyó Franco; pero la República quedó bajo el puño férreo de García Moreno. Después de la primera administración de este extraordinario y temible hombre público, se quiso, seguramente, alejarlo, y se le envió de Plenipotenciario a Chile, el país de Diego Portales, el político del orden implacable. Pablo Herrera acompañó a García Moreno, sirviendo el cargo de Secretario. "Llevo conmigo una biblioteca", se cuenta que dijo el célebre político. Y en efecto, era un hombre de gran saber y de gran ecuanimidad, que acaso contrastaba con el carácter violento de su jefe. Tal fue el único viaje de Herrera fuera de su patria; en adelante viviría consagrado a su benedictina ocupación de desempolvar archivos, de reunir obras olvidadas, de reponer en la memoria de los compatriotas, los notables nombres de otros tiempos, menospreciados y olvidados ante las preocupaciones de las guerras intestinas. Después de la muerte de García Moreno, y para no desentenderse de la política, seguiría en su labor de periodista doctrinario, defensor de ideas, de principios y de partidos. No se podía olvidar los merecimientos del ciudadano, y de los periódicos pasaba a los Ministerios y aun a la Vicepresidencia de la República. De Ministro Fiscal de la Corte Suprema se encontraba en 1889, cuando nuestra eterna cuestión con el Perú, creyó haber entrado en un período de solución definitiva, por medio de un arreglo directo. El Gobierno buscaba al ciudadano considerado con el conocimiento y la abnegación suficientes, para prestarse a servir en negociación tan comprometida.
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Libro Libro CRAI UNEMI U.A.C. Educación (FACE) EC860.9 (Browse shelf(Opens below)) Vol. 21 Ej. 1 Available Hilera: PEDAGOGÍA DE LA LENGUA Y LITERATURA 1 Estantería: EDUCACIÓN 39051996

Incluye estudio y selecciones

PABLO HERRERA (De Isaac J. Barrera)

PEDRO MONCAYO (DE JOSÉ M. LEORO)
Semblanza

JUAN LEON MERA (ESTUDIO DE REMIGIO CRESPO TORAL)
Juan León Mera.-Crítico literario

CRITICOS LITERARIOS POSTERIORES A MERA
ABELARDO MONCAYO, VICTOR LEON VIVAR, MANUEL J. CALLE, NICOLAS JIMENEZ, JULIO E. MORENO P. (ESTUDIO Y SELECCIONES DE JOSÉ IGNACIO BURBANO)
Abelardo Moncayo Jijón
Víctor León Vivar
Manuel J. Calle
Julio E. Moreno
Nicolás Jiménez
Alejandro Andrade Coello

ARZOBISPO MANUEL MARIA POLIT (Del Padre José María Vargas)

CAMILO DESTRUGE, GABRIEL PINO ROCA, MODESTO CHAVEZ FRANCO. (ESTUDIO Y SELECCIONES DE JORGE PÉREZ CONCHA)

Don Pablo Herrera ha de ser considerado en la historia de las letras ecuatorianas como cronista, antes que como historiador; y, sin embargo, pocos como él acopiaron la documentación de que ha de hacer uso quien trate del desenvolvimiento de los hechos históricos en la nación ecuatoriana.
Anticuario y estadista lo llamó el Arzobispo Pólit, señalando con gran exactitud la amplitud de las actividades intelectuales y cívicas de Herrera. Escudriñó los archivos, extractando de ellos todo cuanto había de servir para el conocimiento del pasado. Y lo hizo en una época de turbulencias políticas y cuando ningún estudioso se dedicaba a esta clase de trabajos. Anticuario, porque desempolvó viejos archivos, resucitó nombres olvidados y juntó la obra de los habitantes de estos territorios, que pusieron los cimientos para la reconstrucción del pasado.
Y estadista, porque esta labor de buscar en los ar- chivos, le capacitó para conocer antecedentes y motivos de los trascendentales asuntos limítrofes que tanto afectaron a la vida de la nación ecuatoriana en todos los tiempos. Ese fue el hombre, lleno de conocimientos, que no abandonó en ningún tiempo el escritorio para tomar parte en otras actividades, que no fueran concomitantes con esta pasión del papel, escrito o impreso.
Tocó vivir a Pablo Herrera en una de las épocas más tormentosas de la vida nacional. No podemos olvidar que la República salió de los cuarteles. Se habían terminado las guerras de emancipación; Bolívar, el Libertador, estaba en el ocaso, y varios de sus Tenientes esperaban el momento de su desaparición, para tomar su parte de botín. Todavía andaba el Libertador camino del destierro, cuando el General Juan José Flores permitía la separación de los Estados de Quito, que formaban parte entonces de la Gran Colombia. El General Flores fue el primer Presidente; pero fue también el comienzo de una agitación permanente, que pareció culminar en 1845, con la expulsión de Flores; pero que fue sólo el comienzo de un militarismo que correría el peligro de la disolución de la Patria.
Esta fue la época en que vivió Herrera, quien se graduó de abogado en 1845. Ya estaría en condiciones de participar en la vida de la República; pues en 1857, se le encuentra en compañía de García Moreno y opuesto a la política del Presidente Robles. La Unión Nacional, periódico fundado por García Moreno contaba como redactores a Herrera y a Rafael Carvajal. La política contó desde entonces con un personaje de consideración y respeto, por los manifiestos conocimientos y la modestia de la vida de Herrera. Cuando había necesidad de su pluma o de su protesta, allí estaba el escritor, con digna ecuanimidad y patriotismo.
Graves fueron esos años para el Ecuador: la política exigía la presencia de todos los ciudadanos, y no podía faltar a esa cita Herrera, si bien muy pronto el ambiente se enrareció de tal manera, que no había puesto sino para los combatientes con las armas. Guillermo Franco pactó con el enemigo y quiso entregar al Perú las tierras que tanto codició. La República se puso en armas y partió a la guerra para castigar a los traidores. Recuperado Guayaquil, huyó Franco; pero la República quedó bajo el puño férreo de García Moreno.
Después de la primera administración de este extraordinario y temible hombre público, se quiso, seguramente, alejarlo, y se le envió de Plenipotenciario a Chile, el país de Diego Portales, el político del orden implacable. Pablo Herrera acompañó a García Moreno, sirviendo el cargo de Secretario. "Llevo conmigo una biblioteca", se cuenta que dijo el célebre político. Y en efecto, era un hombre de gran saber y de gran ecuanimidad, que acaso contrastaba con el carácter violento de su jefe.
Tal fue el único viaje de Herrera fuera de su patria; en adelante viviría consagrado a su benedictina ocupación de desempolvar archivos, de reunir obras olvidadas, de reponer en la memoria de los compatriotas, los notables nombres de otros tiempos, menospreciados y olvidados ante las preocupaciones de las guerras intestinas.
Después de la muerte de García Moreno, y para no desentenderse de la política, seguiría en su labor de periodista doctrinario, defensor de ideas, de principios y de partidos. No se podía olvidar los merecimientos del ciudadano, y de los periódicos pasaba a los Ministerios y aun a la Vicepresidencia de la República. De Ministro Fiscal de la Corte Suprema se encontraba en 1889, cuando nuestra eterna cuestión con el Perú, creyó haber entrado en un período de solución definitiva, por medio de un arreglo directo. El Gobierno buscaba al ciudadano considerado con el conocimiento y la abnegación suficientes, para prestarse a servir en negociación tan comprometida.

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