TY - BOOK AU - Tobar Donoso, Julio TI - Jacinto Jijon y Caamaño T2 - Biblioteca Ecuatoriana Clásica SN - 997886024X U1 - EC986.6 21ª PY - 1989/// CY - Quito PB - Corporación de Estudios y Publicaciones (CEP) KW - Jacinto Jijón y Caamaño KW - Autores nacionales KW - Ecuador KW - Autores ecuatorianos KW - Literatura ecuatoriana KW - Literatura latinoamericana KW - Historia KW - Historia de ecuador KW - Arte ecuatoriano KW - Arte latinoamericano KW - Arte KW - Historia del arte KW - Alcaldes de Quito KW - Pichincha KW - Historiadores ecuatorianos KW - Arqueólogos ecuatorianos KW - Quito KW - FACE - PLYL KW - FACE N1 - Apéndice y notas del Doctor Walter Sauer: p. 47 ; DE "ANTROPOLOGÍA PREHISPÁNICA DEL ECUADOR' Las glaciaciones en los Andes ecuatoriales y notas acerca de la relativa antigüedad del hombre Razas humanas que poblaron el Ecuador Las Lenguas del Ecuador preincaico (fragmento) Protohistoria (fragmento)  DE "POLÍTICA CONSERVADORA" Gestación de la Nacionalidad: El nacimiento de la nacionalidad DE "SEBASTIÁN DE BENALCÁZAR" El Nacer de un Estado. (Quito del 6 de diciembre de 1534 al 22 de mayo de 1338) LA ERECCIÓN DEL OBISPADO DE QUITO Discurso pronunciado en el cuarto centenario de la erección de Quito en Silla Episcopal Disertación acerca del establecimiento de la Universidad de Santo Tomás y del Real Colegio de San Fernando (fragmento) Quito y la Independencia de América (Discurso) Arte quiteño (conferencia) N2 - Personalidad sorprendente la de Jacinto Jijón y Caamaño, personalidad que no sólo señorea el campo estrictamente científico, en que vamos a estudiarla de manera principal, sino que invade triunfalmente otros ámbitos que parecen ajenos, por naturaleza, al sabio, al especialista, al hombre de letras: político, profesor universitario, empresario fabril, varón de acción católica, mecenas y munífico protector de las clases desvalidas, etc. Personaje completo en la vasta significación de esta palabra, ha dejado rutilante estela que hará imperecedera su memoria en los anales de la Patria. Nacido en 1891, muere antes de frisar con los sesenta años, en plena actividad y fecundo ejercicio de una soberanía cívica que hacía augurar para él numerosos triunfos. No tuvo ocaso. Desapareció cuando estaba en el zenit de la influencia y de la fama en los diversos órdenes en que le tocó actuar. Todo le sonrió al nacer: la aristocracia de la cuna, la riqueza, el cuidado amoroso de ilustres progenitores. Fue por todo esto uno de aquellos raros ciudadanos que representan a la par las fuerzas vivas de la tradición y el genio del progreso. Se arraigan en el pasado, pero para vivificar el futuro con las más puras esencias espirituales. Mas estos factores, en un mundo que cambia incesantemente como el de hoy, en una sociedad que no quiere mirar a lo pretérito y que vive descontenta de lo que fue, le habrían, tal vez, divorciado de sus contemporáneos. Su carácter, en cambio, le acercaba a ellos. Dotado del genio de la atracción y de la conquista, fue desde el colegio imán de condiscípulos y coetáneos. Nunca la soberbia y el egoísmo mancharon su espíritu; y la virtud y el amor sobrenaturales contribuyeron, a la para hacerle, por serena e indefectible vocación, jefe y caudillo en una u otra forma y diferente sentido. No estuvo, al principio, seguro de su orientación intelectual. Creyóse llamado a los estudios de Derecho y comenzó los cursos de esta carrera en la Universidad de Quito. A poco, el servicio cívico, en época de ingrato recuerdo y de graves temores internacionales, le tentó con sus poderosos señuelos. Fuese a Bolivia como adjunto de una Embajada extraordinaria, que tenía por encargo conseguir el reflorecimiento de antiguas amistades, casi muertas por nuestra inercia. Mas su genio no era para eso. Su vocación real, sus gustos preferentes le encaminaban a los estudios científicos e históricos. Un grande hombre es siempre modelador de aficiones y encauzador de talentos: la fundación de la Sociedad de Estudios Históricos Americanos, fue en manos de Monseñor González Suárez, el preclaro Arzobispo e historiador, un foco de luz para su época, un troquel de espíritus, un semillero de iniciativas, un despertador de ingenios. Jijón y Caamaño halló allí su molde definitivo y su llamamiento providencial. Sería él el continuador de la labor genial del mismo Prelado, su alter ego en los arduos estudios de prehistoria de la patria. Al mismo tiempo que se preparaba para recoger su herencia de luz y gloria, se ocupaba en otras ta- reas útiles para el bien general. Cofundador y tercer Presidente del Centro Católico de Obreros, hizo lo que treinta años antes, en Francia habían realizado el Conde Alberto de Mun y el Marqués de la Tour du Pin: servir al pueblo, organizar a la clase obrera; trabajar por la unión, en los principios de la Encíclica Rerum Novarum, de los artesanos de Quito. Y así fue como en manos de un grupo de aristocratas e intelectuales nació la primera sociedad interprofesional católica, copia de la de Francia. Si poco propicio el modelo, la sustancia de la idea era excelente y el amor que la inspiraba, digno de aplauso y de encontrar nuevas formas adecuadas de acción, que darían más tarde vida al sindicalismo obrero católico antes de que le imprimieran urgencia los estímulos socialistas. Luego partió a Europa, acompañado por su madre y otro miembro meritísimo de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios históricos americanos, don Carlos Manuel Larrea.-Allí aprendió idiomas, indispensables para ahondar en el conocimiento de las disciplinas científicas en que se había especializado; allí robusteció su caudal de saber y adquirió obras valiosísimas que enriquecieron luego su sin rival biblioteca americanista, verdadero emporio de tesoros imperecederos en tales ramos; allí publicó sus primeros libros y folletos: El Tesoro del Itschimbía y Los Aborígenes de la Provincia de Imbabura en la República ER -