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040 _aUNEMI
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_erda
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082 _2Primera edición
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_bHINa
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_aHinojosa Oña, Eduardo
245 _aAlebrije
_bSiete textos escénicos
250 _aPrimera edición
264 _aQuito
_bEl fakir
_c2022
300 _a293 páginas
_c20 cm.
336 _atxt
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520 _aEste libro reúne siete textos dramáticos. El alebrije es una figura fabricada en cartón que representa a seres imaginarios formados por elementos fisonómicos de animales diferentes, no solo fantásticos sino también reales. Pertenece a la tradición artesanal mexicana y concuerda perfectamente con la variedad que el autor aquí. En ellos encontramos una palabra dramática que recorre significativa y transversalmente el conjunto: el hombre y el compromiso del autor con la sociedad que lo rodea. Deja a un lado la miopía romántica para acercarse y abrir la puerta al horizonte de la belleza, con sus luces y sombras. El primero texto, titulado “Sobre el agua”, tiene un comienzo contundente: “Cuando uno muere ¿a dónde va?”. Deja entrever la influencia existencialista de Samuel Beckett y extiende más allá de la vida, en plena muerte, la negociación sobre la propiedad privada. En “Cáncer ascendente en Leo”, el autor se adentra en las relaciones homosexuales y ocultas. El amor secreto, la confusión familiar, la soledad y la frustración son los ejes que articulan este sensible y bello texto. Las palabras de Ruby a Richard son de una triste dimensión: “Bueno, si yo no tengo luz, usted tampoco”. “Deshojando el muro” puede ser considerada dentro del teatro historicista, nos sitúa en el marco humano de la Rusia anterior al ascenso de Stalin, concretamente, en el ámbito familiar con su hija y su nieto como elementos de construcción dramática. El autor utiliza la dureza del carácter de Stalin. Es su nieto Demetrio el que pone sobre la mesa el concepto de justicia que su abuelo ha olvidado. En las “Llamadas perdidas” el autor utiliza el juego rápido y confuso que el absurdo de Ionesco aporta a la dramaturgia sin caer en la ruptura abrupta de la semántica del discurso. El control social desde los gurús hasta la presión policial coloca a los personajes en una posición de debilidad y dependencia que los convierte en seres culpables de algo que ellos mismos desconocen. Por su lado, “Trinidad” se adentra en las relaciones entre personajes mitológicos, como Atenea, Afrodita y Ares, pero sin quedarse en la descripción que la historia hace de ellos, sino situándolos, de forma paralela, en la actualidad. De esta forma recorre el camino de la actualización y libera el discurso literario de sus aspectos arqueológicos para imprimir una pertinencia significativa contemporánea. “Lisístrata para siempre” se enfoca en otros personajes de la Grecia y su literatura clásica con Lisístrata, Safo y la diosa Alala. La primera es el exponente feminista que utiliza todos sus poderes (entendiendo el significado en su época) para que los hombres abandonen la guerra. Safo, además de poetisa y política, se la conoce por restarle importancia al placer físico del amor para centrarse en la persona. Alalá es conocida como la diosa que representa el grito de guerra. Las tres, con lo que cada una representa, se encierran en una fortaleza para evitar que, tras un apocalipsis, los pocos hombres que han quedado las secuestren. Por último, siguiendo en el ámbito de lo literario, el autor da un paso más y salta de los personajes a los autores. En “El holocausto de las letras”, el autor hace confluir a Virginia Woolf, Agatha Christie, Allan Poe y a Julio Verne, que han sido citados por Cervantes, que solo aparece en el verbo de los personajes. La fluidez de los diálogos y la exposición de su pensamiento literario convierten a esta obra en una pieza de un interesante valor pedagógico.
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